miércoles, 5 de febrero de 2014

La figura emergente del gestor-analista y el Value Investment

Al hilo de una reciente entrevista realizada con mi buen amigo Martín Huete, recomiendo por cierto su más que interesante blog, me apetece reflexionar sobre el gestor de fondos de inversión y sobre los cambios aparejados a su figura que traen consigo estos nuevos tiempos de adaptación dentro del marco de nuestra industria.

http://martinhuete.me/2014/01/30/descubriendo-la-industria-de-gestion-de-activos-entrevista-a-alberto-roldan/

Cuando empecé a trabajar en el sector allá por el año 98, la imagen que desprendía un gestor de fondos era la de un profesional con una experiencia media bastante amplia, un estilo de gestión muy centrado, casi en exclusiva diría, en la renta fija y la deuda, y con procedimientos de trabajo tremendamente manuales. Vamos, lo que siempre se ha llamado de la “vieja escuela”. Esos factores que sin duda son destacables y que yo personalmente valoro, también es cierto que en su momento daban forma a una figura en la que la voluntad para aceptar o adaptarse a los cambios evidentes que estaban produciendo, era escasa o muy reducida. Eso es algo que, como yo llamo desde “el otro sitio” al ser analista y ventas, percibía de manera más que evidente.

La entrada en el nuevo siglo ha sido tremenda y los cambios se han acelerado a golpe de diversos eventos económicos y financieros como han sido el estallido de dos burbujas de precios, varios defaults e intentos de rescate fallidos, atentados terroristas, shocks monetarios y de divisa… Esa serie encadenada de eventos más la circunstancia añadida del desarrollo tecnológico y de producto, obligaba a mis buenos amigos los gestores de vieja escuela a afrontar una dura decisión: adaptarse o adaptarse.

Por todo ello, dado que mi objetivo siempre fue pasar “al otro lado”, insistí tanto en prepararme por si llegaba la ansiada oportunidad. Formación, aprendizaje continuo y predisposición permanente por mejorar son los pilares sobre los que asentaba mi pretendido salto. Cuando éste tuvo lugar me di cuenta de que hay muchos gestores, más de lo que yo pensaba, que han sido capaces de sobrevivir sin necesidad de esa adaptación requerida. Sobra decir que de la misma manera he podido ser testigo de un muy alto nivel en otros muchos profesionales fuente para mi continua de formación y aprendizaje.

La cuestión es que con independencia de lo ocurrido en los últimos diez años, hay una figura nueva en la gestión que emerge con fuerza y que al igual que ocurre en otros mercados debería ir ganando peso en nuestra industria. Es lo que yo llamo un gestor-analista. A pesar de que esa figura tiene sentido en la gestión de cualquier activo, donde parece más evidente, es en la relativa a la renta variable.

¿Qué aporta ese gestor-analista?

De entrada y como parece lógico, un conocimiento financiero basado en el análisis de increíble valor añadido. Estamos hablando de entrada de un gestor que ya conoce la industria y las compañías. Alguien que domina los modelos de valoración y puede generarlos, teniendo una fuente de incalculable valor a la hora de contrastar las ideas de los ventas o de los analistas. La sinergia de esa fusión es brutal, porque reduce el tiempo en la toma de decisiones, genera una mayor eficiencia en el uso de los recursos y adelanta la toma de decisiones.

Un gestor-analista que sea activo y tenga una inquietud innata por la investigación y el análisis, puede avanzar al doble de velocidad en el conocimiento de las empresas. Conocer bien las compañías por dentro ayuda a entender la realidad del sector, y eso a su vez otorga una visión periférica espectacular. Los gestores más tradicionales, los que se consideran menos analistas, realizan sus análisis con una visión más top-down apoyándose en modelos cuantitativos o de simple screaning. Al final la ordenación de compañías por criterios aporta ideas pero el valor está en el conocimiento singular de las compañías.

Un fondo de renta variable puede funcionar perfectamente con no más de veinte o treinta compañías por lo que dominar bien todas es bastante asequible. En mi opinión, el paso del tiempo amplifica el conocimiento y otorga un poso de indudable valor que enriquece al gestor y a su gestión.

El hecho de que un gestor viaje a ver las compañías, discuta con otros gestores, analice los números con criterio, tenga un análisis crítico, que pueda discrepar con las estrategias, es lo que conduce al núcleo del Value Investment. Muchos alumnos y contactos de las redes sociales, me preguntan en qué consiste la teoría Value, y yo les doy tres guías básicas:

-          Tener los conceptos de análisis y valoración claros
-          No invertir o jugar con lo que se desconoce
-          Tener un olfato especial para detectar buenas compañías o buenos gestores

Todo lo demás es literatura. Con esto no estoy criticando las bases de otros modelos de valoración, para nada. Por ejemplo, hoy en día está muy de moda el análisis Quant, que consiste en parametrizar criterios y aplicar macros. Funciona desde el momento que muchas gestoras adoptan esos criterios y son capaces de dar resultados. Es por tanto otro estilo de inversión. Pero no es en el que yo creo. La forma en la que yo gestiono es antagónica a ese concepto.

Bajo mi modesta opinión, un gestor-analista siempre está atento a ideas y escucha todas las opiniones. La inquietud personal de cada uno le hará ser más o menos proactivo, en mi caso mucho, y eso lleva a participar en múltiples eventos contrastando opiniones e ideas. La selección de esas ideas es fundamental. Hasta aquí la coincidencia con los estilos viejos y más modernos, es total. En el análisis particular y pormenorizado de esas ideas es donde aparece el valor añadido. Yo valoro todas las compañías en las que invierto. Las conozco, las visito, me entrevisto con el mayor número posible de directivos e intento conocer los negocios desde dentro. Abarcar todo en la profundidad necesaria es imposible, sobre todo cuando se invierte sin fronteras, pero el esfuerzo tiene que estar ahí, siempre presente. Precisamente, una manera de suplir esa deficiencia física, a veces visitar una pequeña empresa en el norte de Alemania es o muy costoso o muy inaccesible, es sabiendo valorar, sabiendo modelizar, aplicando criterios de valoración puros, sensatos y equilibrados, algo que en mi opinión muy pocos gestores realizan o están capacitados para hacer.

Todo esto que relato, representa una escuela de opinión y acción pequeña, modesta pero pujante. Estilos diversos como los que se pueden apreciar en gestoras como Metagestión, Bestinver, EDM o Elcano, por poner unos pocos ejemplos, es lo que hacen en esencia. Algo que puedo atestiguar pues parte de mi carrera la desarrollé en Bestinver.

En definitiva, lo que trato de destacar es que en este proceso de cambio irreversible que vive la industria y como parte del esfuerzo de hoy que pasa sí o sí por recuperar la confianza de los inversores después de la brutal caída patrimonial y huida masiva de partícipes, además de cambiar las bases y el producto, es importante adaptar el estilo. La variedad y las necesidades de inversión y de los inversores son tan amplías que todos tienen cabida, pero creo que el verdadero valor, el sentido real de la inversión colectiva, pasa por cambiar la imagen de marginalidad que tienen los estilos de inversión libres value investment, y que éstos ganen peso en la industria. En ese esfuerzo, dar cabida a los que nos consideramos gestores-analistas, bien formados, con experiencia y con visiones de mercado diferentes y enriquecedoras, es parte inseparable del proceso. Por ese motivo, reclamo desde estas modestas líneas y como parte implicada, una reflexión conjunta en ese sentido para potenciar uno de los catalizadores indispensables del ahorro como es la inversión colectiva.