lunes, 18 de noviembre de 2013

El BCE se equivocó bajando tipos

Hoy Expansión publica una muy interesante reflexión de Hans-Werner Sinn, presidente del instituto IFO alemán, en el que se muestra contrario a la rebaja de tipos llevada a cabo recientemente por el BCE. Básicamente, Sinn establece que no se puede determinar un riesgo de deflación en Europa atendiendo a la evolución del índice IPC por regiones, es decir, argumentar esa posibilidad por el comportamiento de los precios de algunos países en base a las caídas recogidas en octubre en Grecia, Chipre e Irlanda, cuando el resto de países, aun por debajo del objetivo máximo de inflación del 2%, están lejos de ese nivel, Alemania entre ellos. Se puede entender que hay un riesgo si consideramos que a esos tres países, poco representativos en términos relativos y absolutos, se les podría sumar de manera inminente Portugal y España, cuyos índices están estancados y dan señales de caída. Italia sería la otra gran amenaza.

Bajo esa condición sí tiene sentido hablar de riesgo de deflación por lo que el BCE, bajo su tesis de política monetaria, estaría de alguna manera anticipándose a ese riesgo recortando el tipo oficial. ¿Qué es lo que busca con ello? Fundamentalmente evitar que los consumidores sigan posponiendo sus decisiones de consumo trasladando al futuro su expectativa de gasto. Con niveles de inversión bajo mínimos, el gasto público muy acotado y siendo demasiado dependiente de la contribución externa de la actividad industrial, eso pondría en evidente riesgo la frágil recuperación de la zona euro. Es decir, se ven riesgos de que el motor del crecimiento, el consumo, acabe definitivamente gripado.

Lo que subyace detrás de esa idea de inflación no es otra cosa que la devaluación que estos países deben seguir sufriendo para, en palabras de Sinn, “corregir las distorsiones provocadas antes de la crisis por la burbuja crediticia inflacionista”. Totalmente de acuerdo. Rebajar tipos es una señal de miedo dentro de una política errática que pretende ahora promover un crédito que no está ni se le espera por mucha rebaja artificial del precio del dinero que se introduzca. Qué curioso resulta que precisamente no supiese atajar en su momento de mayor desarrollo la burbuja de exceso de liquidez y ahora pretenda hinchar una nueva cuando el proceso de desapalancamiento posiblemente no esté ni el ecuador.

Hasta qué no se entienda que la salida se debe plantear a una década vista con dos únicos objetivos: desapalancamiento en las deudas y en la carga de lo público sobre la economía, sobre todo la que es a costa de los contrubuyente

Esto demuestra el callejón sin salida en el que se encuentra ahora mismo el BCE. Con una división evidente en su seno, comandada por alemanes, austríacos y holandeses, busca reactivar políticas de gasto a través de una inflación artificial que se trasvase del norte al sur, canalizando los ahorros de por ejemplo los alemanes hacia, por ejemplo, los activos españoles, lo cual por cierto explica muy bien el recorte de la prima de riesgo más reciente y que no se debe a una mejora sustancial de la economía como ahora todos los dirigentes bancarios sin excepción se esfuerzan por pregonar. Algún interés espurio tendrán en ello, como siempre.

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