sábado, 26 de octubre de 2013

EL CRÉDITO, NI ESTÁ NI SE LE ESPERA


Estos últimos días los bancos españoles han comenzado la publicación de sus resultados trimestrales y algunos datos son esclarecedores sobre la situación del crédito en nuestro país. Después de ajustes por el efecto de un mayor perímetro de consolidación, los bancos siguen reduciendo el volumen de créditos. No son ya las últimas cifras, coincidentes con una sorprendente oleada de optimismo que tuvo su culmen con el desembarco inversor del multimillonario Bill Gates, sino que desde el inicio de la recesión, el crédito bancario viene experimentando una contracción acorde con la crisis por la que atraviesa el sector financiero.

La visión llamémosla más simplista de la situación, señala a la banca como la responsable de esa sequía. Siendo literales se entendería que esa afirmación es cierta, pues es la banca comercial, además de los bancos centrales, la única que tiene capacidad para crear dinero en forma de créditos. Entendido ese monopolio, existen corrientes críticas con los mismos bancos por el hecho de crear un circuito de conveniencia con el Banco Central Europeo, quien provee de liquidez a la banca con un fin teórico de canalización hacia al tejido industrial y de consumo que finalmente no se produce por eso que en economía se llama “efecto crodwing out”, es decir, por un desplazamiento de la inversión privada por la deuda pública, que es la que atrae esa liquidez creada por el organismo financiero central y canalizada a través de los bancos.

Siendo cierta la afirmación de que la inversión se está viendo retraída por un uso del crédito diferente del que se le presupone, también es cierto que gran parte de la opinión pública está haciendo un uso maniqueista de los bancos. A su culpabilidad manifiesta en muchas de las causas del derrumbe económico español hay que sumarle el hecho de que las inyecciones de liquidez del BCE, los bancos españoles tienen un saldo deudor con el BCE equivalente al 25% de nuestro PIB, no están llegando a la economía real.

Volviendo a los datos más recientes, contrasta ver como algunas entidades publicitan en sus oficinas miles de millones en créditos avalados y sin embargo el dato real muestra un decrecimiento superior al doble dígito. Volviendo a los datos más recientes, una entidad nacional de primer nivel anunciaba a través de su consejero delegado que no se esperaba una mejoría del crédito hasta bien entrado 2014.

¿Por qué el crédito sigue acumulando trimestres de caída? Porque el sistema financiero español se encuentra en una profunda reestructuración que, entre otros muchos factores de importancia, supone reequilibrar sus balances. ¿Y eso qué supone? Un profundo saneamiento y un progresivo desapalancamiento. Pero para sanear algo que está dañado lo que no se puede es conjugar la palabra crecimiento. Me explico. Es de sobra conocido que el crédito en España está viciado desde hace una década en algo más de un tercio, lo que supone que uno de cada tres préstamos concedidos o no ha tenido cobro, es decir ha experimentado un default, o está en serias dudas de pago, de ahí que la mora aumente sin parar.

Es lógico y comprensible por tanto pensar que los bancos, muchos soportados con dinero público, no pueden sanear sus balances si por otro lado están incorporando nuevos préstamos a compañías que, con independencia de su situación financiera actual, forman parte de un entramado en gran medida insolvente.
Pedir que el crédito vuelva es llamada agónica de empresas que lo emiten porque necesitan desesperadamente inyecciones de liquidez para su supervivencia. Sin embargo, los bancos se encuentran en una situación similar, no todos o al menos en proporciones diferentes. Por eso los bancos se justifican exponiendo una muy limitada oferta de crédito pero a precios inalcanzables, porque se entiende que la demanda es insolvente o que su capacidad de pago es muy baja.

El principal problema de la economía española, además de su deficitaria estructura y del sostenimiento de un absurdo, por costoso y desfasado, gasto social, es que muere por un exceso de crédito, y ese es precisamente el error que hay que subsanar. No se puede sanar a un enfermo crónico aplicándole el mismo mal que le aqueja. Eso sería como aplicarle una eutanasia pasiva.Por ese motivo, el escenario que se presenta en torno al crédito seguirá siendo desalentador. La financiación solvente es muy escasa porque los que acreditan esa condición son igualmente pocos. Para la gran mayoría, la que demanda crédito para pagar deudas, los brotes verdes lamentablemente no solo aparecen sino que no hay siembra y por tanto no se esperan.