jueves, 11 de julio de 2013

La banca nacionalizada, ese gran marrón del FROB

Últimamente, los diarios están siendo muy benignos con los planes del Estado en relación a Catalunya Banc y Novagalicia. Los titulares que he ido leyendo estos días han sido más bien tibios, pues hablaban de dudas, intenciones, deseos... Yo sí que no tengo dudas porque creo que lo que realmente no tienen es ni idea de qué hacer con semejante marronazo, porque lo que tiene el FROB y el Gobierno con las entidades nacionalizadas, es un señor marrón. Histórico y me temo que replicable.

El Gobierno sigue defendiendo la idea de que una vez mal-nacionalizadas las entidades, es decir, después de asumir un coste que nunca se debería de haber producido y menos haber dejar crecido, la factura final “cueste lo menos posible al contribuyente”. Eso que debería explicarse muy bien pero nunca se hace, es lo que le lleva al propio Gobierno a un callejón sin salida.

Coste de las “ayudas” concedidas.

De entrada hay un coste real explícito que en el caso de la amalgama de cajas catalanas, entre ayudas del Mede y del FROB 1 y 2, asciende a 12.050 millones de euros, mientras que en el caso del popurrí gallego, suponen 9.052 millones de euros. En total, y sin tener ayudas contingentes, que luego iré con eso, estamos hablando que los dos bancos suponen el 27,6% del total de “ayudas” públicas concedidas en forma de capital.

Les recuerdo que en conjunto ya vamos por casi 8 puntos porcentuales de PIB. Tomen cualquier partida de gasto relevante y no superflua y hagan la equivalencia para indignarse un poquito más de lo que ya pueden estar.

Si a esto le sumamos las “otras ayudas” en forma de liquidez otorgadas por la Sareb en forma de compra de activos, estamos hablando de otros 12.415 millones de euros, con lo cual el total se eleva a 33.517 millones de euros. Fabuloso.

Todo esto para que llevemos en torno a dos años sin saber muy bien qué hacer con las entidades que supuestamente se iban a poner en el mercado como parte del proceso de reestructuración bancaria. Imagínense cómo puede engordar la factura, sobre todo por la parte del banco más problemático que a día de hoy es Catalunya Banc.

El Estado se tendrá que resignar a un mayor coste.

Es inevitable. El Ministerio de Economía ha venido rechazando ofertas en las sucesivas subastas y acercamientos acontecidos en este reciente período. Les recuerdo que la última a finales del primer trimestre de este año quedó desierta, al igual que pasó a mediados del año pasado.

Muchas veces tendemos a confundir los términos. No es que no haya interés comprador, lo que no hay es interés pagador. O lo que es lo mismo, no hay interés en asumir riesgos. ¿Interesa geográficamente adquirir una red de sucursales, empleados y clientes como las que ofrecen? Pues puede que sí. Lo que no se quiere es asumir un euro de riesgo que suponga una desviación respecto a la verdadera obligación de las entidades que es la de velar por sus intereses, que a su vez son los de sus clientes, sus bonistas y sus accionistas. Pongan ustedes el orden que quieran, incluso el de los propios asientos y sueldos de directivos y dirigentes. Pero la realidad es que sin protección estatal no hay oferta.

Eso le obliga al Estado a volver al ruinoso esquema de garantías aplicado en los casos de UNNIM, CAM y CCM, que recordemos totalizó 13.356 millones de euros.

Teniendo en cuenta el tamaño de las dos entidades en cuestión, no es muy difícil extrapolar cifras. Así, con cálculos muy someros y teniendo en cuenta el volumen de activos, podríamos estar hablando de una cantidad muy similar de ayudas contingentes a las que mencionaba anteriormente. Por lo tanto esperen EPAs que puedan rondar los 13.000 millones de euros.

La factura que no cesa de incrementarse.

El Frob ya ha asumido 18.245 millones de euros en pérdidas sólo por inyecciones de capital no recuperadas. Si finalmente se sigue un esquema tan deficitario como el anterior, la factura se incrementará en otros 14.400 millones de euros como mínimo. En total, más de 32.000 millones de euros de pérdidas sufragadas por contribuyentes, por nuestros impuestos de hoy y futuros, pues el déficit que arrastramos alarga la temporalidad del coste.

Luego tenemos que escuchar que salvar las entidades es “más barato” que dejarlas caer. Claro, si se evitase que el coste fuese in crescendo, yo también apoyaría el mal menor, pero ha quedado suficientemente demostrado que eso no ha sido así. Hasta la colocación de las antiguas cajas, la sangría seguirá aumentando. ¿Cómo? Perdiendo clientes, activos, depreciando la calidad de los buenos… Y todavía no se ha tocado el tema del nacionalismo, que esa es otra, porque hasta el momento los costes reales son monetarios pero los que nos han colocado a todos los políticos de turno, esos no se valoran. Por lo menos yo no quiero.


Y como toda fiesta siempre puede degenerar a peor, queda la traca final: Bankia. ¿Se imaginan la carga futura? Si pensamos que a día de hoy están lejos del plan estratégico interno, que el deterioro económico siempre puede ir a peor también, podríamos estar hablando de 22.400 millones de euros adicionales de pérdidas. Lo que vengo diciendo, fabuloso.

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