viernes, 31 de mayo de 2013

Mi opinión sobre las preferentes

A pesar de lo que cada semana se comenta en torno al perenne debate de las preferentes, en mi opinión no existe un posicionamiento claro sobre quién es el malo o el culpable en esta polémica. Demonizar a las entidades como las únicas responsables me sigue pareciendo un ejercicio osado. Por otro lado, muchos inversores están legitimados a exigir responsabilidades a sus entidades pues es evidente que la comercialización de este producto tuvo presuntas notorias irregularidades. Por eso, para dar una visión lo más aséptica posible, conviene ser tan cuidadoso como ponderado en el análisis.

De un lado está el inversor. Simplificado al máximo, la mayoría se siente “engañada y estafada”. Su argumento es que les “vendieron un producto que no ha resultado ser lo que compraron”. De otro lado está la entidad, cuya política comercial en ese momento le llevó a distribuir masivamente un producto de evidente riesgo pero que tenía aceptación. De otra manera no se entiende que en el momento álgido se registrase un millón de inversores en preferentes.

Así pues, el punto de encuentro entre ambas partes no estaba en el producto en sí sino en la rentabilidad. Este es el factor clave. Los inversores no se preocuparon de entender bien lo que compraban. Es así de simple. Eso sin embargo, no exime a su entidad de explicar en detalle lo que estaban vendiendo, es decir, los riesgos. Eran tiempos en los que el dinero fluía, las aburbujadas cajas vendían de todo porque tenían quien lo comprase. ¿Y por qué no lo explicaban? Porque seguro que no lo entendían y posiblemente porque, de forma presunta, no les interesaba que eso ocurriera. Entender el producto no es leerse el argumentarlo de venta que se distribuye a la red sino comprender que la rentabilidad va ligada a los beneficios del emisor así como que no se puede prometer, y menos garantizar, rentabilidades perpetuas en productos de este tipo. Obviar eso es tan grave como no mencionar la iliquidez del producto.

Mi posicionamiento es que, exceptuando los casos flagrantes, todos tienen razón en su defensa. Los bancos ejercieron una presunta mala praxis comercial que sin embargo, como reconoce la propia CNMV, es indemostrable en su parte verbal pues siempre contradecirá la firmada. El reverso de ese argumento es a lo que se agarra el inversor. Por ello insisto en que es muy difícil establecer un argumento de defensa que dictamine un único afectado o un único culpable.

Lo que los inversores tienen que entender es que han pasado a formar parte del hundimiento del sistema financiero español. Siendo los inversores clientes de cajas no cotizadas, en la prelación de responsabilidades han asumido sin saberlo la que les corresponde. Si se escala el riesgo es evidente que tienen que asumir su cuota de daño, que será proporcional a la participación efectuada de la misma manera que los accionistas y los bonistas lo han hecho. Esto es así y no admite discusión.

Los afectados se sienten engañados porque buscan equipararse a los ahorradores más conservadores pero lo que tienen que entender es que ¡nunca lo fueron! Se convirtieron en cuasi accionistas de una entidad y eso tiene consideraciones muy importantes que, a pesar de no conocerlas, no les exime de su responsabilidad.

En primer lugar, no pueden tener ni de lejos las mismas garantías que un depositante porque los productos en los que invirtieron están en las antípodas de la regulación que protege a los depositantes. Antes del estallido de esta polémica, percibían intereses que superaban en mucho los que percibían otros ahorradores. La máxima de la inversión establece que la búsqueda de una mayor rentabilidad comporta un mayor riesgo. Eso que es matizable en su lado más simple es una regla de oro que debían de conocer. Y en segundo lugar, forman parte de un proceso de reestructuración que establece con una claridad meridiana la corresponsabilidad de los inversores en las pérdidas. Porque eso es lo que se tiene que entender, que en el momento que adquirieron preferentes se convirtieron en inversores dejando de ser ahorradores.


Las cajas deberán igualmente asumir la responsabilidad de obrar de una manera poco clara e incluso perniciosa. Los casos que han salido a la luz han sido tan escandalosos que no pueden quedar impunes simplemente devolviendo el capital. Si el arbitraje dictamina que fueron la mayoría, se le estará dando la razón a los afectados. Pero como eso está lejos de suceder, el desenlace de este triste capítulo se intuye bastante bien cuál será.

Este artículo fue publicado en la Tribuna de opinión de El Economista el sábado 1 de juniio

jueves, 30 de mayo de 2013

Telecos españolas, el semáforo sigue en rojo.

Este es sin duda un año de alto riesgo para los gestores. Existe un riesgo evidente en acertar o equivocarse a la hora de elegir el activo además del consiguiente temor de errar con la elección sectorial. Esto que resulta una obviedad en sí misma es relevante cuando se echa la vista atrás en los últimos cinco años y se observa la evolución en los índices europeos de los tres sectores que yo llamo “lastre”, que explican porqué el Euro Stoxx 600 todavía acumula un retorno negativo del 22% a la última fecha disponible.

Es fácil imaginar de qué sectores hablo: Bancos (-65%), Utilities (-60%) y Telecos (-43%). El peor de todos es el integrado por las compañías de recursos básicos y materias primas, cuyas pérdidas ascienden al 67%.

Enlazando con la idea inicial, este ejercicio en el que todos tenemos claro que o incorporamos riesgo a las carteras o nos conformamos con retornos bajos, conviene plantearse de vez en cuando si los sectores “lastre”, que son los de mayor peso en los índices, emiten señal verde o siguen en modo ámbar-rojo. Si el inversor se limita al mercado español esto es crucial pues hablamos de que entre los tres sectores suman dos tercios del total de valor de mercado del Ibex.

Con esa idea, he estado dándole una vuelta a las telecos ya que leyendo noticias de los últimos días, percibo factores que en un plazo corto de tiempo pueden mover algo el sector, cuando menos agitarlo. El más relevante es la llegada del 4G, que aproxima una probable y muy interesante guerra de precios que sin duda avivará el factor competitivo, para mi un riesgo para este sector ya que le confiere una prima negativa de valoración. Personalmente veo la competencia buena, pero no como consumidor donde es evidente, sino como inversor porque ayuda a distinguir las buenas de los malas estrategias de las compañías.

Con el 4G creo que se va a poner de manifiesto la verdadera capacidad de lucha del sector justo en su peor momento, pues aquí influyen muchos factores. Quizás el más importante es el riesgo de que muchos hogares prescindan del ADSL pues teóricamente el 4G iguala o incluso supera la velocidad de descarga media contratada en los hogares. ¿Quién sufriría? En mi opinión Jazztel sería de las que más. Prescindir del fijo y de la banda ancha de una tacada si se tiene amortizado el móvil y se garantiza alta velocidad y cobertura interior, es una jugada que no les viene nada bien a ninguna pero en especial a Jazztel. La cuestión es que el impacto no va a ser nunca a corto plazo sino a medio, primero porque el desarrollo de esta tecnología no es barato y por eso no habrá “barra libre” en su comercialización, quedando limitada presumiblemente a clientes Premium de mayor capacidad de gasto, y segundo porque la plena operatividad del 4G se testeará cuando se liberen frecuencias donde es realmente efectiva.

¿Qué pasaría con Telefónica? En los últimos años viene sufriendo una sangría de clientes de móvil por lo que es de esperar que además de haber mejorado sus ineficientes ofertas convergentes, busque dar un golpe de mano con el 4G. Siendo previsiblemente la última en mostrar sus cartas, ahora no cuenta con espacio en las frecuencias disponibles, no creo que se quede muy descolgada con respecto a los competidores pues el impacto como comentaba es previsible que se produzca en el medio plazo.

Puede que sea cuestión de imagen, pero al hilo de este desarrollo futuro un reputado gestor me comentaba hace unos días cómo cambia la realidad cuando la necesidad aprieta. Ante el retraso en el desarrollo del 4G, Telefónica podría iniciar acuerdos con competidores para poder llevarla a sus clientes en un intento de frenar la pérdida de los mismos (-7% a/a en este primer trimestre que se suma a una trayectoria descendente brutal en los últimos años). Entre ellos se habla de Yoigo, y este colega destacaba con acierto cómo está Telefónica cuando son los pequeños los que atraen a los grandes, aunque sea por necesidad técnica y temporalmente, bien, pero es el mensaje lo que cala. Qué daño le hace esto en cuestión de imagen a una compañía que nació como un monopolio y que ha actuado con una prepotencia importante durante toda su historia.

La cuestión de si percibo o no alguna señal entre las telecos no está en el análisis de las nuevas redes disponibles ni las posibles ofertas de precio. Está en que al final el sector sigue inmerso en un agresivo proceso competitivo que sigue erosionando márgenes. Un efecto que será visible en Jazztel, pues la propulsión de los últimos años afloja y con bastante seguridad este ejercicio veamos un cambio considerable en su perfil de crecimiento. Ha perdido calado su mensaje y la supuesta calidad de servicio hace tiempo que ha desaparecido. Tampoco el precio es el argumento que fue.

Jazztel impulsará el crecimiento en fibra óptica y seguirá focalizada en ganar clientes, pero está en fase también de perderlos pues su oferta se ha igualado notablemente. Son uno más. Mientras, acometerá un agresivo plan de inversiones de la mano de sus socios chinos, un acuerdo que a mí personalmente me genera, por experiencia, más dudas que otra cosa. Mientras, Telefónica ya sabemos dónde estará centrada, en defender su decreciente negocio europeo y rebajar al máximo posible su deuda que es lo que hoy en día más le penaliza. Pero eso no le va a salvar del aburrido rango de precios en el que se suele instalar. Lástima su vuelta al dividendo, un error estratégico ya cometido.


Como idea general, sigo viendo a las telecos como un sector que no ofrece elemento diferencial alguno. Sus servicios se han estandarizado y las que dependen en mayor medida de sus negocios europeos, se ven lastradas por crecimientos de población estancados y consumos deprimidos. Sigo sin ver elementos de valor en el sector suficientes como para girar al sector así que el semáforo de la inversión para las telecos sigue en el rojo.

Este artículo fue publicado en El Confidencial el jueves 30 de mayo de 2013

jueves, 23 de mayo de 2013

La reputación perdida de nuestras 'small caps'

Aunque muchas veces sea un eufemismo comparar la evolución de compañías de mediana y baja capitalización frente a las de alta, tenía la sensación de que el año estaba siendo muy malo en términos de evolución relativa para las primeras. Mi sorpresa ha sido que el gráfico de los índices que las representan mostraba a día de ayer una situación totalmente diferente.




¿Por qué creía que se estaba dando esa peor evolución? Por la tremenda crisis de confianza que se ha desatado en estas compañías dados los notorios ejemplos a los que estamos asistiendo en 2013, y que son la culminación de un período de cinco años nada buenos, sobre todo para las compañías de segmento pequeño.


Todos tenemos en mente lo ocurrido con Pescanova, yo el primero. Nunca en mi carrera he cometido un error de bulto tan grande como defender públicamente a una compañía que no lo merecía (Ver mi blog del 7 de marzo) y hacerlo con una venda en los ojos sin darme cuenta. Aun estando engañado como todos, no he puesto ni una sola excusa a mi error cuando el escándalo se destapó en toda su crudeza. Como se dice vulgarmente, la cagué. Confié en el análisis de unos números manipulados y fraudulentos, defendiendo sin darme cuenta a unos gestores mentirosos que además, si se demuestra que han sido culpables de las acusaciones, son posibles delincuentes.

Codere, a pesar de no ser un caso para nada comparable con Pescanova, también está en el disparadero por la posibilidad de incumplir sus obligaciones de pago e incurrir en un default. Como Prisa, que se encuentra en el penúltimo escalón de su desastre final, crónica de una muerte anunciada (recomiendo mi post Prisa, el dragón moribundo del 6 de diciembre de 2012), pues será el siguiente en una lista fúnebre de malos pagadores que por supuesto sigue capitaneada por tantas y tantas inmobiliarias exponentes de uno de los mayores fracasos bursátiles que yo recuerdo como fue el experimento de crear vehículos de inversión cotizados que doblaban el riesgo y encima estaban mal gestionados.

La lista incorpora compañías con muchas historias detrás, e insisto que no comparables todas entre sí pues cada una tiene su particular historia, como son los de La Seda, Sos (ahora Deoleo), Bankia… Hay muchos ejemplos más que me guardo para no herir susceptibilidades. Empresas que persistentemente desprecian a sus accionistas así como a posibles inversores cuando no les quieren ni recibir, inflan sus previsiones o simplemente dibujan escenarios imposibles nunca alcanzados. Y no son pocas.

Seguramente más de uno está pensando que gran parte de lo que digo es aplicable a compañías de más elevada capitalización y teórica mejor reputación. En eso cada cual que sea libre de opinar, personalmente no entro en ese debate. Hoy escribo del mal que están causando estas empresas en una cuestión importante y capital como es el tema reputacional, que forma parte del equity story de cada una.

Como gestor y analista que soy, me gusta ponerme en la suerte de colegas de profesión de otras nacionalidades. Intentar averiguar qué pasa por su cabeza cuando se plantean invertir en este mercadillo que es hoy España, donde se vende todo y de todo. No hay que darle mucha literatura a esto, simplemente echa para atrás.

Insisto en asumir por un momento el rol de ese gestor o potencial inversor. Desde fuera lo que se observa es que en este país hay compañías cotizadas sujetas a auditorias y vigiladas por un regulador, que a pesar de todo mienten y engañan a sus accionistas. Empresas familiares que son gestionadas como quien tiene un cortijo. Otras, que dentro de la legalidad funcionan al margen de la ética y fuera de la responsabilidad que confiere estar cotizado. Sí, porque aunque parezca mentira hay muchas a las que no les gusta dar información porque ello supone compartirla con la competencia o simplemente retratarse. Los que como yo conozcan el mercado español sabrán rápidamente identificar algunos ejemplos notorios.

Hay muchas excepciones, por supuesto. Faltaría más que el señor de Sousa fuese el prototipo de gestor de nuestro tejido empresarial  cotizado. Nada más lejos de la realidad. Pero la vida es así de injusta, o no, y cuando los casos similares se reproducen en lo malo, se tiene a generalizar acarreando dolorosas injusticias. No hace falta que sean todas o muchas, con que haya excepcionalidad ya basta.

No sólo hablamos de compañías que intentan vender su producto sino también de las que abrir su accionariado. Cómo convencer a un gestor para que invierta en sus acciones cuando la generalización está ahí. Ya no es el hecho de que las cuentas estén correctamente auditadas, es que unos pocos han provocado una falta de credibilidad tremenda a la gran mayoría. Y eso cuesta corregirlo.

La otra cara de la moneda por tanto, son aquellas empresas que se están viendo golpeadas por este daño reputacional. Hay muchas y buenas compañías cotizadas que dedican un importante esfuerzo de comunicación, que llevan mucho trabajo detrás por hacerse escuchar, por llegar a todos los inversores da igual su perfil, que se ven machacadas por el mal creado. Lo he dicho muchas veces y lo repito una vez más, el daño causado por Pescanova no se está ponderando correctamente pues ha salpicado dolorosamente a muchas buenas empresas de nuestro mercado. Vivimos un momento crítico en el que nuestras compañías se ven expulsadas u obligadas a salir fuera de nuestras fronteras, y ese riesgo reputacional en el que insisto, muchas lo acaban arrastrando.

Se imaginan que después del coste y del enorme esfuerzo que supone vender un producto fuera y abrirse a nuevos mercados en las que muchas empresas son completamente desconocidas, después de toda esa lucha, todavía les quede tener que convencer a los inversores, bancos o bonistas de que “no, nosotros no somos Pescanova”… Yo sí. Ahora es fácil pedir más auditorias, más regulación en forma de mayor y mejor control en las cuentas, pero lo cierto es que corregir todo ese mal va a suponer un doloroso y costoso esfuerzo a nuestras compañías. Y la gran mayoría no lo merecen.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Evolucion de la cartera de renta variable. ABRIL

Antes de nada perdón por el retraso. Este mes no ha sido encontrar el momento justo de sentarme a compartir mis ideas con vosotros. Lo dicho, perdón por el retraso.



La evolución del mes ha sido bastante buena. La renta variable tiró con fuerza en Europa a pesar de que las sensaciones en marzo no fueron buenas por la incertidumbre abierta por la intervención de la banca chipriota. El caso es que tras un inicio algo incierto, hemos visto un movimiento paralelo de mejora en el precio de los activos, tanto la deuda como el equity, y eso en nuestro caso provocó un efecto igualmente positivo. 

De esta manera el balance del mes es muy bueno, una subida de casi el 7%, y lo más importante, de nuevo con diferencial positivo (+50pb) a nuestro favor aunque algo más estrecho que los anteriores por los motivos que voy a explicar a continuación. El diferencial año se mantiene elevado por encima de los 6pp, y la cartera acumula una rentabilidad promedio ponderada algo superior al 9% (no está nada mal).

¿Por qué ese menor diferencial con el benchmark? 

Básicamente se explica por la valoración a cero de Pescanova. Tras incluirla en la cartera a principios de marzo he decidido valorarla a cero y asumir la pérdida completa de la posición (-9.338 euros). Pescanova ha sido uno de esos grandes e imperdonables errores que se cometen y que hay que saber reconocer. Aunque tenga que insistir que la información era totalmente asimétrica y por supuesto malintencionada, quizás supuso introducir un sesgo de riesgo en la cartera que siempre trato de evitar. Así, siguiendo la tónica de los fondos que incluían el valor, he asumido la pérdida de la posición dándole un valor de cero a la misma.

Por otra parte, hay cambios en la composición que de alguna manera también explican la revalorización más ajustada de abril. He incorporado dos nuevos valores, uno un muy interesante descubrimiento, que comento. Antes, como siempre, explicar que las variaciones en la cartera las realizo bajo el supuesto de entrada-salida, es decir, para dar entrada a un valor materializo ventas en las posiciones abiertas. Así, decidí reducir algo el peso en dos valores que se habían comportado excelentemente en el año y que tenían un peso elevado, como eran Adidas y Mapfre. Los dos valores que incorporo, con su justificación, son los siguientes:

- Vopak. Es el líder mundial de almacenaje y gestión de hidrocarburos, productos químicos, derivados del crudo, etc. Se trata de una empresa industrial y de ingenieria, que diseña, construye y mantiene grandes estructuras de almacenaje de estos residuos en localizaciones concretas (generalmente puertos). Lo atractivo de la compañía y que me llamó la atención, fueron las muy altas barreras de entradas que tiene el sector. Vopak es el líder global en este negocio compitiendo con compañías que son fuertes a nivel local pero con escasa presencia mundial. Las barreras que he detectado están, ademas de la tecnología y su experiencia, en que se requieren muchas condiciones administrativas, de licencias medioambientales, reputacionales, etc, Por otra parte, es un sector intensivo en capital y que requiere importantes desembolsos en forma de capex. Aunque la trayectoria de Vopak en estos últimos años ha sido espectacular...


... confío en su potencial por:
- Capacidad de crecimiento. Espera incrementar en 3-4 años un 16% su capacidad sin que la correlación teórica con el crudo sea un problema (su ventaja es la distribución y que el consumo está alejado de los puntos de producción, ¡¡no es refinería!!)
- Contratos son de largo plazo y su ocupación actual supera el 90%
- Sus márgenes son toda una garantía (operating margin avg 5Y >30%)
- Gran capacidad de generación de caja en su actividad

Aunque no cotiza barata, sus multiplicadores son elevados, no me preocupa que pueda tener algo de prima porque los puntos reseñados sostienen la idea de valor que creo tiene la compañía.

- Ingenico. Una compañía francesa, del segmento small cap, muy interesante pues es el lider mundial en la fabricación e implantación de medios de pago (TPV, etc). Es evidente la creciente importancia, el desarrollo  y la enorme penetración potencial, que tienen los medios de pago electrónicos. Estar en la compañía líder en este tipo de negocio con crecimiento visible a 10 años vista, me parece interesante. Aunque representa un sector donde no me siento del todo cómodo, como es el tecnológico, lo que he leído e investigado de la compañía me ha gustado bastante. A diferencia de Vopak, Ingenico cotiza con descuento respecto a múltiplos históricos. Tiene márgenes más estrechos pero muy recurrentes y sostenibles. 




Estamos ante otra empresa con gran potencial en su generación de cash flow pero esta vez con muy bajas necesidades de inversión (su capex sobre ventas no debería suponer más del 10-5% de sus ventas). 

Incorporo por tanto dos compañías no españolas, ni siquiera están en grandes índices panaeuropeos, con la idea de ir abriendo algo la cartera, buscando valor en compañías en las que su pasado reciente son prueba de su capacidad futura, y que creo que a estos precios, pese a haber subido mucho desde sus recientes mínimos, pueden seguir haciéndolo bien a futuro.







viernes, 10 de mayo de 2013

La economía sumergida de un país hundido, España



Esta semana me ha llamado especialmente la atención el último informe de Visa Europe sobre economía sumergida en Europa que básicamente viene a confirmar las sospechas que legítimamente cualquiera podría tener pues, como no podía ser de otra forma, coloca a España liderando el ranking de las operaciones irregulares.

A grandes rasgos, y de una manera poco académica, se podría definir la economía sumergida como toda aquella actividad económica que queda fuera del control de la hacienda pública. En otras palabras, operaciones que no tributan y que por tanto no suponen entrada de caja en las arcas del gobierno. Lo cual, frente a lo que piensan muchos, no significa que sea ilegal. Me explico: una actividad que no está sometida a impuestos puede estar amparada en la legalidad simplemente porque se beneficia del hecho de estar en el limbo de la regulación laboral. Por ejemplo, la prostitución.

Lo importante del estudio no es el debate sobre las meretrices ni su contribución a la riqueza nacional o a la satisfacción de la población, sino lo que supone en datos numéricos esa inmersión económica. Así, según el estudio referido, la actividad, vamos a llamar no regulada, en España generó algo más de 200.000 millones de euros durante el año pasado. La cifra impresiona pues equivale a que algo más del 19% de nuestro producto interior bruto se movió de manera paralela a la actividad regulada pero sin generar recaudación.
Asumiendo que en los últimos cinco años nos hemos movido en un porcentaje similar, podríamos estar hablando de aproximadamente una cantidad acumulada equivalente al valor total de la producción de bienes y servicios de, por ejemplo, el año pasado.

Este no es un tema de risa, pues el descontrol existente en torno a esa quinta parte de lo que genera nuestra economía tiene un impacto directo en el crecimiento. Según el Institute Management for Development, España es, además de líder en economía sumergida, el tercer país en el que el crecimiento real se ve más afectado por su existencia. Y esto es especialmente grave pues una economía como la nuestra que pierde competitividad a cada año que pasa (World Competitiveness scoreboard 2012), lo que provoca es un agravamiento y una sangría imposible de taponar.

Girando hacia un enfoque más fiscal, resulta llamativo un contraste de lo más peculiar que desarrollo a continuación.

Las arcas públicas de nuestro país son de las más débiles de Europa si nos atenemos a los ingresos fiscales generados en los últimos años. Así, si observamos el peso de la recaudación sobre el PIB antes del inicio oficial de la crisis, España pasa de un 37,6% (vs 41,2% en la Zona Euro) a poco más de un 32% (vs 40,8%). Atendiendo a la falta de convergencia en los ingresos fiscales, se puede afirmar que España ha dejado de recaudar casi 400.000 millones de euros en los últimos años.

¿Qué hace el equipo económico del nuevo Gobierno que llega al poder y se encuentra con semejante desaguisado, es decir, una economía que en la anterior legislatura entre pérdida de competitividad y economía sumergida, ha perdido el equivalente a un billón y medio de producción, que se dice pronto? Pues muy sencillo. Lo único en lo que se centra es en ir por la vía rápida: subir impuestos.

Ese es parte del background de Montoro y su equipo, un conjunto de especialistas que por lo visto hasta la fecha, sólo es capaz de llegar a una conclusión: subamos los impuestos y así nos equiparamos a la media recaudatoria europea. En el caso de la economía sumergida por ejemplo, cuál es la propuesta, pues crear equipos para luchar contra lo que nunca se ha podido corregir en el país, la falta de control sobre determinadas actividades económicas.

- Oigan, que lo prioritario es crecer.
- Bueno, eso es secundario, a nosotros lo que nos interesa es decir que nuestros ingresos fiscales ya están camino de suponer un 40% del PIB que es la referencia que nos marcan en Europa.
- Pero… insistimos, si el PIB está en recesión y marcando hitos de contracción acumulada, cómo espera ajustar la ratio si la variable del denominador desciende…
- Mmmmm… pues subimos más los impuestos.

Ese diálogo ficticio me hace ver en Montoro la grotesca figura del famoso magnate del marisco de esa hilarante comunidad de vecinos que amenaza con subir las cuotas cuando se queda sin argumentos. Pues eso.

La incongruencia es que durante décadas la lucha contra los defectos visibles de nuestro sistema económico no ha sido prioritaria, y ahora que lo es, choca con una incomprensible urgencia por ganar terreno en la recaudación.

Es que da la sensación de que lo urgente es la caza de los que no pagan impuestos aunque no haya medios ni equipos para luchar contra ello, como si se estableciera una especie de vasallaje por parte de un señor feudal. Por un lado te digo que no defraudes al fisco, lo cual está bien, pero por otro te frío a impuestos. Debe ser por eso la aparición de soluciones tan pintorescas como eliminar los billetes de 500 euros u obligar a que la gente utilice como medio de pago aquel que no puede o quiere tener, como son las tarjetas de crédito.

En definitiva, parece que los que somos críticos con la ineptitud siempre estamos con la misma matraca pero es que es demasiado evidente que así España no va a sentar una base de crecimiento sostenible. El paro asusta, los pone de corbata, pero la gente no se da cuenta de que el paro es una consecuencia no una causa, y que mientras éste gobierno siga expoliando a los españoles con su asfixia tributaria, nada de lo que se haga tendrá sentido y mucho menos recompensa.

Este artículo fue publicado en El Confidencial el jueves 9 de mayo de 2013